Linfedema

El linfedema es un acúmulo de líquidos en los tejidos en cualquier parte del cuerpo provocado por un mal funcionamiento del sistema linfático. Además de agua, contiene proteínas y otras moléculas de gran tamaño. El linfedema puede ser congénito o provocado por una enfermedad; el 90% de los linfedemas se desarrollan como consecuencia de procesos y tratamientos oncológicos. En los casos de cáncer de mama, cáncer urogenital y melanoma (entre otras neoplasias) la aparición del linfedema es una de las secuelas más habituales tras la cirugía y la radioterapia.

El tratamiento del linfedema es un proceso complejo que precisa de la intervención de fisioterapeutas especializados, y que requiere la utilización de varias terapias. Para el manejo adecuado de la patología, la Sociedad Internacional de Linfología propone la Fisioterapia Descongestiva Compleja (FDC), una técnica que en su protocolo incluye, además del drenaje linfático manual, el cuidado de la piel, ejercicios específicos para el sistema linfático (ejercicios linfomiocinéticos) y materiales de comprensión (vendaje y prendas).

Es un sistema formado por órganos y una red de vasos similar al sistema circulatorio. Se localiza bajo la piel a dos niveles: uno superficial, muy numeroso, y otro profundo, mucho más escaso. Realiza dos funciones básicas:

  • Retirar el exceso de líquido y las sustancias que, a través del sistema circulatorio, han llegado hasta los tejidos para su nutrición, pero que debido a las características de estos vasos no pueden volver a través del sistema venoso para su depuración.
  • Participar en los procesos de defensa del organismo. Esta función no está relacionada directamente con el linfedema. Sin embargo, mantener una buena salud y un sistema inmunitario competente, ayuda a que la circulación linfática sea más efectiva.
Sistema linfático

El origen depende de si es un linfedema primario o secundario.

El linfedema primario es el que padece una persona que o bien no tiene suficientes vasos, o los que tiene no cumplen su función. Este tipo de linfedema se puede desarrollar en la infancia, o estar latente y aparecer en cualquier momento de la vida. En el caso de las niñas, cuando llegan a la pubertad, puede aparecer un tipo de linfedema primario en las piernas que se manifiesta con una ligera inflamación del pie, por lo que muchas veces se confunde con un esguince mal curado. Esta confusión hace que la paciente vaya de un especialista a otro y se pierda un tiempo valiosísimo, ya que el tratamiento precoz es fundamental para controlar la extensión del linfedema a todo el miembro inferior.

El linfedema secundario es el que se produce después de un accidente, de una cirugía o del tratamiento de radioterapia. Puede aparecer un linfedema tras una mastectomía en la que se han extirpado los ganglios linfáticos axilares, tras una cirugía abdominal o después de que se extraigan los ganglios inguinales correspondientes al miembro inferior.

El linfedema primario no se puede prevenir, pero sí controlar y mantenerlo en estadios en los que apenas es perceptible. Esto se consigue con un tratamiento precoz que debe iniciarse en cuanto aparecen los primeros síntomas como puede ser un ligero aumento de volumen en un pie que no se corresponde con ninguna lesión.

El origen del linfedema secundario es multifactorial. Se han realizado numerosos estudios científicos, con pacientes intervenidos de cáncer de mama, en los que se demuestra que, con un tratamiento de fisioterapia precoz, reduce la incidencia del linfedema. Por eso, es importante realizar un plan de prevención incluso desde antes de la cirugía.

Las recomendaciones para prevenir un linfedema secundario deben ser individuales y adaptadas al riesgo de linfedema de cada paciente. No obstante, existen unas recomendaciones generales que se deben tener en cuenta:

  • Mantenerse en su peso óptimo y llevar a cabo una alimentación saludable.
  • Evitar las prendas ajustadas porque comprimen y dificultan las vías de drenaje.
  • Si se realizan viajes largos en coche o avión, a veces será aconsejable utilizar un manguito de compresión de manera preventiva. Se deberá valorar de forma individual.
  • Se puede levantar peso, pero antes se debe realizar una adaptación progresiva a la carga.

Normalmente un linfedema no se desarrolla de forma brusca. Hay algunos signos y síntomas que se deben conocer, y si se presentan, es el momento de acudir a tu fisioterapeuta especializado en linfedema para que haga una valoración y proponga un tratamiento precoz si fuera necesario.

  • Sensación de pesadez.
  • Pequeño cambio en la textura del tejido.
  • Ligero aumento de volumen que aparece y desaparece.
  • Dificultad para realizar movimientos.
  • Pérdida de contorno (sobre todo en la zona de la muñeca y el tobillo).
  • Cambios en la piel.

El linfedema es una enfermedad crónica, no podemos sustituir los vasos que faltan ni los que no funcionan. Sin embargo, si se realiza un tratamiento precoz y se comienza en los estadios iniciales, en ocasiones se consigue revertir el volumen del miembro afectado y lograr su normalización; lo que no significa que haya desaparecido el problema...

En muchos casos podemos lograr la casi normalización del linfedema, pero el linfedema no se cura, por lo que es necesario continuar con la compresión y los tratamientos de mantenimiento para conservar los resultados obtenidos. Además, es imprescindible que el paciente se implique en el cuidado de su linfedema, tanto en la fase intensiva de tratamiento, para obtener resultados satisfactorios, como para su mantenimiento posterior.

No existen factores de riesgo para el linfedema primario.

En el caso del linfedema secundario, hay factores modificables y no modificables. Los no modificables son el número de ganglios extirpados, la extensión de la cirugía, la radioterapia y algunos tipos de quimioterapia. Los factores modificables, y por tanto aquellos sobre los que podemos trabajar son la dieta y el sobrepeso, la hipertensión arterial, las retracciones cicatriciales, la falta de movilidad, y la disminución del tono muscular entre otros.

El linfedema evoluciona de un estadio CERO a un estadio III si no recibe el tratamiento adecuado. Según el consenso de la Sociedad Internacional de Linfología, las características de estos estadios son:

  • Estadio 0 o subclínico: el sistema linfático está lesionado pero no hay ningún signo externo de aumento de volumen.
  • Estadio I: el volumen aumenta y desaparece espontáneamente, es un edema reversible.
  • Estadio II: el edema no desaparece espontáneamente, comienza a existir fibrosis y alteraciones de la piel. En este momento, el linfedema es reversible con tratamiento.
  • Estadio III: se produce un aumento del volumen considerable, edema duro, fibrosis, alteraciones severas de la piel. Con el Método Godoy® se pueden normalizar los linfedemas que se encuentren en este estadio.

Para que su tratamiento sea efectivo y duradero se realizará en dos fases:

  1. Fase intensiva. Se inicia con un tratamiento de choque que se prolonga durante dos, tres o cuatro semanas en función del estadio del linfedema. La duración del tratamiento se pauta después de haber realizado una valoración global del paciente. Durante esta fase, el tratamiento de terapia linfática global se realiza los cinco días de la semana y varias horas al día (entre 2 y 4 horas habitualmente). Además, el paciente debe utilizar vendajes de compresión durante todo el día; los vendajes sólo se retiran para realizar un nuevo tratamiento. Simultáneamente, se marcan las pautas para mantener una cuidadosa hidratación de la piel y se programan los ejercicios específicos que debe realizar con el vendaje.
  2. Fase de mantenimiento. Una vez finalizada la fase intensiva, las sesiones se van espaciando paulatinamente. En esta fase, el tratamiento de terapia linfática integral irá acompañado de un manguito o media de compresión que deberá llevar durante el día. En algunas ocasiones puede necesitarse también un vendaje durante la noche. El número de sesiones y su periodicidad dependerán de la evolución del linfedema y de la implicación del paciente. Cuanto mayor es la motivación y colaboración del paciente, mejores resultados se obtienen.

Después de las sesiones de tratamiento de la fase intensiva, podremos percibir una disminución de volumen y una variación en la consistencia del edema. En cuanto a la reducción del volumen, estudios observacionales han demostrado una mejoría de entre un 33-68% de reducción. En la fase de mantenimiento, cuando el paciente se implica activamente en el proceso, puede mantenerse el resultado conseguido y en muchos casos conseguir la normalización, una reducción de hasta el 95%. Sin embargo, cuando el paciente no sigue las recomendaciones, pueden perderse hasta un tercio de los resultados iniciales.

Después del tratamiento de terapia linfática manual, y con el objetivo de aumentar su eficacia, es imprescindible realizar unos vendajes sobre el miembro afectado con linfedema. Estos vendajes aumentan la presión sobre los tejidos y recuperan la elasticidad de la piel. Dependiendo de las características de cada linfedema, se realizan diversos tipos de vendajes y se utilizan diferentes materiales. Durante la primera consulta, se explica cuál es el vendaje más apropiado al estadio de su linfedema aunque en algunos casos el tipo de vendaje puede variar con el tiempo.

En la fase de tratamiento intensivo, el vendaje se utilizará durante todo el día y sólo se retira para realizar un nuevo tratamiento, debe tener en cuenta que la eficacia del tratamiento depende de ello. Si por algún motivo no fuera posible llevar el vendaje las 24 horas del día, el tratamiento será mucho más largo y el resultado mucho menos satisfactorio de lo que cabría esperar.

Al finalizar la fase de tratamiento intensivo se toman medidas para que un experto en ortopedia realice una media de compresión (para los miembros inferiores) o un manguito (para los miembros superiores) que se deberá poner sólo durante el día. Ésta prenda se confecciona a medida, y su duración aproximada es de seis meses.

Dependiendo de la evolución del linfedema, puede ser necesario que la utilice siempre. En casos de linfedemas muy incipientes, sobre todo en linfedemas de miembro superior, y sólo a veces, se puede retirar con el tiempo. Va a depender de la evolución del linfedema y de la implicación del paciente.

Durante el tratamiento intensivo se realizan sesiones de ejercicio terapéutico de forma individual ya que cada paciente requiere una atención personalizada. Estos ejercicios se van modificando según va progresando el paciente y se van adaptando a sus necesidades particulares. Se debe utilizar una medida de contención, ya sea el vendaje, la media o el manguito, porque realizar los ejercicios sin contención puede agravar el linfedema.

En pacientes con linfedema, la realización de ejercicio de forma regular ayuda no solo a mejorar su calidad de vida, sino a reducir el riesgo de aparición de diversas enfermedades (hipertensión arterial, diabetes, obesidad, depresión, recidiva de cáncer…).

La piel actúa como barrera contra los gérmenes, una pequeña herida es una puerta de entrada para las bacterias que pueden provocar una infección en los vasos que todavía funcionan. Por lo tanto, la piel debe hidratarse abundantemente con crema emoliente, secar exhaustivamente entre los dedos después de ducharse y tener especial cuidado al cortarse las uñas. Si por cualquier motivo se produce una pequeña herida en la zona afectada por linfedema, debe desinfectarla cuidadosamente. En el Centro Vodder le enseñaremos qué protocolo de cuidados debe seguir cuando tenga una herida en el miembro afectado con linfedema.

Normalmente sí, pero dependiendo del tipo de vida que se lleve, habrá actividades de la vida diaria que tendrá que adaptar. Hay que tener en cuenta que tanto el ejercicio intenso en personas desacondicionadas como el calor, aumentan la cantidad de sangre que llega a los tejidos y, por tanto, también a la de la zona del edema. En estos casos, hay que aprender a controlar el tiempo y la calidad de los movimientos.

Si se respetan todas las recomendaciones que pautamos, no suele aparecer ninguna complicación. Pero si alguna vez siente su brazo o pierna caliente, con manchas rojas, y además tiene fiebre, debe acudir a su médico porque puede tratarse de una erisipela o una celulitis, una infección propia de los pacientes que padecen linfedema. Dicha infección aparece por la entrada de algún germen a través de la piel y, en estos casos, el tratamiento debe ser un antibiótico.